Maricarmen Ortiz
Firme con calma y tranquilidad.
ENTREVISTAS
Versátil Magazine
10/8/20252 min read














Por Amaxy Moreno. Foto Roberto Valbuena Graphic
En la televisión puertorriqueña, su nombre se asocia con credibilidad y compromiso. Pero, más allá de las luces del estudio, se descubre a una mujer sensible, auténtica y apasionada por lo sencillo.
"Amo bailar, escuchar música, ir a la playa y viajar", confiesa, recordando que esas experiencias le brindan energía y calma. Entre sus pasiones también destacan la cocina y la costura, herencia de las mujeres que marcaron su vida. "Mi abuela me enseñó a cocinar cuando era pequeña. Ella y mi mamá han sido pilares en mi vida y me inculcaron el amor por la cocina".
La madurez le ha permitido valorar la perseverancia y reconocer que todo logro tiene raíces en los sueños. "Muchas de las cosas que he alcanzado fueron anhelos que tuve desde niña. Todo lo que desees en la vida lo puedes lograr con empeño, enfoque y determinación". Hoy en día, asegura estar en un momento de plenitud. "Pienso que calma, calma, calma. Vengo de procesos difíciles, pero aquí estoy. Me siento tranquila, en paz, con mucha visión de lo que trae la vida para mí".


Ese sueño, ser periodista, la acompañó desde siempre. Con un cepillo como micrófono ensayaba en casa. "Para las noticias, Maricarmen Ortiz". Desde entonces, supo que no había otro camino. "No había manera de que fuera otra cosa. Yo sabía que quería ser reportera". Su carácter alegre contrasta con la sobriedad del noticiario. "Lo que ustedes ven, esa soy yo. Soy alegre, pocas veces me enojo y siempre busco que quienes estén conmigo se sientan cómodos y felices". En lo personal, reconoce a su madre como su gran sostén. "Mi mamá lo es todo para mí, mi mayor crítica y mi guía. Gracias a ella nunca me desvié de mi sueño".
Al hablar de legado, responde con firmeza: "Ser auténtica y ser feliz. Estamos tan poco tiempo en este mundo que no hacer lo que nos apasiona es una pérdida de vida".
Su historia nos recuerda que el éxito verdadero no se mide en pantallas encendidas, sino en la coherencia entre lo que soñamos y lo que vivimos.

