Una historia de amor detrás del lente

Lo que comenzó como una pasión individual se convirtió en una empresa familiar guiada por el amor, la fe y la sensibilidad artística. Así lo describe la fotógrafa Yulianne Linet Ortiz, quien recuerda como su primer paso en el mundo de las bodas no lo dio sola, sino acompañada de su mayor aliado: su esposo y hoy socio, Tomás Morales.

"Todo comenzó con una cámara en mis manos y un corazón lleno de sueños", confiesa Yulianne. Desde el inicio, Tomás (a quien cariñosamente llaman Tommy) estuvo allí, apoyando, grabando momentos espontáneos y creyendo firmemente en el talento de su esposa. Lo que parecía un gesto sencillo, grabar unos clips durante la primera boda de Yulianne, resultó ser el inicio de una nueva etapa. El cliente quedo tan encantado que decidió pagar también por el video. Fue entonces cuando Tomás pasó a ser oficialmente el videógrafo del proyecto.

Hoy, la pareja trabaja codo a codo documentando momentos irrepetibles para otras parejas. La conexión entre ambos no solo se nota en el producto final, sino en cada interacción, cada toma y cada entrega. Su historia es testimonio de que los grandes proyectos se construyen con talento, sí, pero también con entrega y amor verdadero.

Para Yulianne, este recorrido ha sido más que un emprendimiento. Es un propósito compartido. "Cuando emprendemos, siempre hay alguien que impulsa en silencio", asegura. En su caso, ese apoyo silencioso se convirtió en compañero de vida, cámara en mano y corazón lleno.

Porque más allá de las imágenes, lo que capturan es lo intangible: la emoción, la complicidad, la fe. Y eso, como el amor, no tiene precio.