Michelle Brava

Por Amaxy Moreno. Foto Roberto Valbuena Graphic

Con más de tres décadas de trayectoria, se ha consolidado como una de las voces más versátiles de Puerto Rico. Cantante, actriz y educadora, ha recorrido escenarios en géneros tan diversos como la salsa, el bolero, el jazz y el teatro musical, siempre con un sello único.

"El buen cantante intérprete es el que sabe contar una historia y tocar los corazones de la gente", afirma, convencida de que la técnica vocal es solo un vehículo para un fin mayor: conmover.

Su carrera comenzó casi por accidente, cuando cantaba en hoteles mientras estudiaba Contabilidad en la Universidad de Puerto Rico. Esa experiencia le abrió puertas para trabajar como corista de Frankie Negrón, en una época en que pocas mujeres ocupaban ese espacio en la salsa. Desde entonces, su talento no dejó de multiplicarse en escenarios nacionales e internacionales.

Ese compromiso con la excelencia está sostenido por una profunda humanidad. Aunque muchos la perciben como una mujer fuerte y empoderada, reconoce sus fragilidades y no oculta que los nervios la acompañan siempre antes de subir al escenario. "Los nervios vienen por una preocupación genuina de que lo que estás haciendo quede bien y que puedas cumplir con tu propósito". Para ella, mostrar esa vulnerabilidad no es debilidad, sino el motor que impulsa su entrega artística, unida siempre al agradecimiento que considera su mayor ancla y la manera de vivir cada oportunidad como un privilegio.

Más allá de los escenarios, Michelle encuentra inspiración en su sobrino, "la luz de mis ojos". Piensa en él cuando flaquean las fuerzas, recordando la responsabilidad de ser un ejemplo de perseverancia. "Si él va a conocer a su tití, tiene que saber que aun en los momentos más difíciles sigue guapeando y echando pa'lante".

Con cada interpretación, celebra la vida como un regalo. Su presencia escénica y su capacidad para conectar con el público confirman que es una narradora de emociones. Sin duda, es una artista versátil que sigue labrando huella en la música y en el corazón de quienes la escuchan.